La eficiencia energética es una práctica que tiene como objeto reducir el consumo de energía. Los individuos y las organizaciones que son consumidores directos de la energía pueden reducir el consumo energético para disminuir costos y promover sostenibilidad económica, política y ambiental. Entre las preocupaciones actuales está el ahorro de energía y el efecto medioambiental de la generación de energía eléctrica, buscando la generación a partir de energías renovables y una mayor eficiencia en la producción y el consumo, que también se denomina ahorro de energía.
En casa podemos ahorrar energía siguiendo las siguientes recomendaciones:
Calefacción y agua caliente
La calefacción puede ser objeto de ahorro de energía principalmente con hábitos de consumo tales como un uso racional del mismo. El consumo total de una vivienda suele ser del 46 % del total del consumo (pudiendo alcanzar el 60 % si se incluye el agua caliente). El ahorro de energía puede producirse bien por la correcta elección de una caldera eficiente, o por el correcto aislamiento térmico de las habitaciones.
Respecto del agua caliente puede emplearse también como ayuda la energía solar térmica, mediante uso de sistemas de almacenamiento de energía que retengan el calor para que el agua caliente esté disponible la mayor parte de tiempo posible.
Hábitos de la calefacción
Se debe tener presente que una temperatura para un hogar está entre los 19 y los 21 °C por el día, y 15 a 17 °C por la noche, cada grado aumenta el consumo en un 7 %. Con lo que se aconseja:
Hábitos del agua caliente
El empleo del agua caliente se realiza en la vivienda bajo ciertas ocasiones muy específicas como puede ser la ducha, o el baño, limpiando los platos y la cubertería, etc. En todos ellos se aconseja: Emplear agua caliente sólo cuando se necesite, al lavar no siempre se necesita.
Electrodomésticos
Se debe evitar una apertura excesiva del refrigerador: enciende y apaga el motor, y esto aumenta el consumo; se suele decir: "es mejor una vez mucho, que muchas veces poco".
Los electrodomésticos tienen una gran parte en el ahorro de energía doméstico, la mayoría de ellos en Europa tienen un etiquetado especial denominado etiqueta energética que viene a mencionar la eficiencia en el consumo y respetuoso con el medio ambiente, no todos los electrodomésticos poseen la etiqueta, solamente aquellos que consumen mucho o que pasan encendidos gran parte de su vida útil y son: frigoríficos y congeladores, lavadoras, lavavajillas, secadoras, fuentes de luz domésticas, horno eléctrico y aire acondicionado.
La normativa europea expresa la eficiencia energética de los electrodomésticos en una escala de 7 clases de eficiencia, y se identifican mediante un código de color y letras que van desde el verde y la letra A, para los equipos con mayor eficiencia, hasta el color rojo y la letra G para los equipos de menor eficiencia. Un electrodoméstico de clase A puede llegar a consumir un 55 % menos que el mismo en una clase media, la elección de un electrodoméstico con esta información puede suponer un ahorro económico. Aunque a la hora de la compra puedan más caros a la larga se amortizan por el ahorro de energía que suponen.
Hábitos con los electrodomésticos
Respecto a los hábitos, por regla general inciden sobre un uso racional y en un correcto mantenimiento de los mismos:
Iluminación
El empleo de bombillas de bajo consumo o led supone un ahorro.
La iluminación eléctrica en las viviendas suele suponer entre el 18 % y el 20 % del consumo doméstico, en algunos casos basta con una actitud preventiva adquiriendo por ejemplo lámpara de bajo consumo, poniendo múltiples fuentes de luz de bajo consumo en lugar de uno, aumentando la superficie de las ventanas.
Hábitos con la iluminación
Para ahorrar basta con adquirir hábitos, como por ejemplo:
Si se siguen estas recomendaciones, que parecen evidentes pero no todo el mundo las aplica, se verá reducido el consumo de energía y por tanto un ahorro en las facturas.
Fuente: Wikipedia.